He decidido retirar de la venta todos mis cursos.
Así es, como lees. Y dirás, ¿y a mí que me importa? Pues no lo sé, pero me apetece compartir los motivos porque ha sido una decisión muy meditada e igual puede ayudarte.
Los cursos que tenía hasta hoy a la venta compartían formato. Todos eran grabados, para que los alumnos pudieran consumirlos cuando quieran, dónde quieran y tantas veces como quieran. Esto no fue casualidad, había muchas cosas de este formato que me convencían mucho:
Se lo pongo fácil al cliente: puede decidir cuándo y dónde hacerlo, no depende de que le cuadren fechas, ni horarios, ni localización.
Tienes el 100% del control sobre el contenido: te quitas de en medio todos los posibles imprevistos del directo, puedes repetir cada toma tantas veces como consideres hasta quedar plenamente satisfecha con el resultado.
Es el producto más escalable del mundo mundial: lo haces una vez y lo puedes vender infinitas veces. Esta escalabilidad te permite poder ser más flexible con el precio y poder jugar con ofertas o promociones.
Estas fueron las ventajas que me llevaron a tomar la decisión de utilizar este formato, y así lo he hecho durante muchos meses y cursos. Sin embargo, últimamente me he notado un poco desmotivada con hacer los cursos de esta manera. Y es que con tantas ventajas, no me había parado a pensar en los contras:
No se genera relación ni contacto con el alumno: es un formato algo frío ya que no se genera esa conexión que se crea en el directo, bien sea online o presencial. Tengo alumnos que han hecho mis cursos que no sé quienes son y con los que jamás he cruzado una palabra. No hay conversación, no hay bidireccionalidad.
Los alumnos no tienen contacto entre ellos: no se crea ese espíritu de grupo ya que los alumnos no se conocen ni comparten ningún espacio donde poder hablar, compartir dudas o generar sinergias. Se pierde ese sentimiento de “pertenencia a algo”.
La implicación de los alumnos es menor que en otros formatos: la que más rabia me da, personalmente. En los cursos grabados hay un alto porcentaje de alumnos que compran el curso pero jamás lo hace. ¿Consigues la venta? Pues si, pero me frustra la sensación de “no estar aportando nada”.
Hasta ahora, para mí, las ventajas han pesado sobre las desventajas. Y me parece muy positivo que haya formación en este formato. Pero yo me bajo de este barco. Ahora me apetece apostar por la formación en directo, apostar por que cada alumno que compre una de mis formaciones se pueda llevar el máximo de mí, que se genere esa sensación de “grupo” y poder dar soporte en directo a cualquier duda.
Y, ¿por qué os cuento esto? Porque cuando planteamos un negocio online, nos encontramos con un sinfín de formatos. Y no hay formatos buenos o malos, pero todos tienen ventajas y desventajas. No os dejéis llevar por modas o por lo que hace el de al lado. Eso siempre es un error. Es vital analizar cada uno de los pros y los contras y decidir qué formato es adecuado para ti, para tu estrategia y para el punto en el que se encuentra tu negocio. Y a partir de ahí, decidir.
Y yo ya he decidido. Pronto os cuento novedades.
Leire
PD: Que no cunda el pánico. Los cursos dejan de estar a la venta, pero si ya lo has comprado seguirás teniendo acceso siempre al contenido.